¿Sabes cuánto contamina lo que comes? 2ª parte

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Ocho consejos para reducir nuestra huella de carbono

1. Café: mejor solo que con leche

Mejor tomarlo en casa, el café para llevar, hay que sumarle el vaso de papel que, además, lleva una fina capa plastificada y suelen acabar en el vertedero, donde se pudren y generan metano. Al tomarte un café con leche, consumes casi la mitad de los 3 kilos de emisiones por día, que es el límite deseable por persona.

2. Pan: no hornear en casa

Para producir dos rebanadas de pan, hay que cultivar unas 20 plantas de trigo. Para un par de rebanadas al día, se tiene que cultivar una parcela del tamaño de un aula escolar pequeña, hace falta una cucharadita de abono para fertilizar el trigo. Así que el pan viene a generar unas emisiones equivalentes a su propio peso en gramos. Si cueces tu propio pan en el horno, las emisiones se multiplican por tres.

3. Huevos: contaminan más que pesan

En el caso de las gallinas, el calentamiento tiene que ver con los piensos. Se alimentan de trigo con soja. Y ahí está el problema, en la soja, cuya producción se duplica cada diez años. Ese cultivo va en detrimento del bosque pluvial y la tala de árboles. Para producir un huevo, la gallina come una cantidad de pienso cuyo peso triplica el del propio huevo. A lo que hay que sumar las emisiones generadas por el estiércol y el transporte. Resultado, cada huevo produce unas emisiones que quintuplican su propio peso.

4. Queso: demasiada leche por kilo

Hacen falta unos 10 litros de leche para elaborar 1 kilo de queso, por lo que el impacto ecológico es considerable. El queso termina por producir unas 16 veces su propio peso en emisiones de efecto invernadero. En una pizza, por ejemplo, la parte más ‘contaminante’ es el queso. Si ponemos la mitad de queso, la huella medioambiental disminuye en un 30 por ciento.

5. Tomates: mejor si no son de invernadero

Las emisiones son moderadas si hablamos de tomates de temporada cultivados a cielo abierto, la sexta parte de su peso en gramos. La huella ecológica se multiplica por diez en el caso de los tomates de fuera de temporada importados de otros países. Los tomates cherry se cultivan en invernaderos, caldeados con gas natural (un combustible fósil) para que las plantas estén a la temperatura indicada y puedan producir el dióxido de carbono que necesitan para respirar. Los grandes invernaderos de tomates generan más de 10 kilos de dióxido de carbono por kilo de cosecha.

6. Ternera: el problema del metano

El filete de ternera genera 14 veces su propio peso en emisiones. Un filete de 225 gramos genera en torno a 10 kilos de gases de efecto invernadero, más de tres veces el límite deseable de 3 kilos por persona y día.

7. Pollo: el orgánico no ayuda

Los pollos para carne pesan unos 40 gramos al nacer y alcanzan los 2 kilos en solo seis semanas. Una cuarta parte de lo que comen es soja porque favorece su crecimiento. Y la soja implica deforestación. La calefacción de los cobertizos también deja su huella. Sumando empaquetado, transporte y refrigeración, la carne de pollo produce emisiones equivalentes a su peso multiplicado por nueve.

8. Bebidas: depende del envase

En lo tocante a vinos y cervezas, hay que tener en cuenta el abono nitrogénico usado para cultivar la cebada o las vides. Una cerveza suscita en torno a medio kilo de emisiones o la sexta parte de los famosos 3 kilos por individuo al día. Pero lo que puede hacer mayor mella medioambiental es el transporte y el empaquetado.

En el caso del vino en botella de cristal, el recipiente está detrás de la cuarta parte de las emisiones, por lo que es mejor beber caldos envasados en recipientes de mayor tamaño o, mejor todavía, vino vendido a granel.

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